Que poco duran las cosas buenas y que rápido se acaba el relax.
Repasemos un poco. Cena perril el jueves, escaso cachondeo (hemos tenido noches mejores) pero buen rollo habitual. El cansancio y los compromisos laborales hicieron mella y nos acortarón la noche en una hora (quizá dos) de la duración habitual.
Eso sería el jueves. El viernes trajo mucho cansancio, una jornada más dura de lo normal, la constatación de hechos ya conocidos: la estupidez es una relación exponencial derivada de la obligatoriedad de la toma de decisiones. Por la noche, descanso y relax, con el estreno de la tele en mi habitación.
Sábado, sabadete, coge las vacaciones y vete. Día aburrido, compras frikis en el curro y busqueda de espacio para dos juegos más (en realidad uno, Carcassonne y expansión). Por la noche cena de pizza, visión de España (y aburrimiento) y partidita al Pro Evolution Soccer. Dormir aguantando los ronquidos de la bestia.
El domingo volvía el balón a rodar con los primeros partidos de pretemporada. Dos victorias como dos soles y problemas con las niñas. De momento se me desmantela el equipo.
Lunes y martes, tranquilos, algo de lectura, algo de entrenar, un dedo chafado por un balón y la preparación para dos días menos.
Una canción: BSO Superdetective en Hollywood.
Unas cuantas películas: The Tube, Superdetective en Hollywood, Banana Joe, Be Cool, Robots, Jovenes y periodistas, La amenaza fantasma.
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