Siempre he dicho que de Madrid hay cuatro sitios que me encantan. Uno es el enclave Moncloa, Plaza España, Argüelles. Otro el Magariños. No me olvido de Huertas, y el Madrid de las Letras; y otro era Moretas. No por ese orden precisamente.
Los lectores avezados y con buenas puntuaciónes en Percepción o Lectura Rápida mejorada, habrán captado el pasado del verbo en la frase de Moretas. Los que no, subirán sus ojos unas líneas para verlo. Ah, pues sí. Pasado.
No tengo detalles. Simplemente he ido allí, y en lugar del cartel amarillo, uno blanco y rojo, de un mal gusto tremendo por cierto, decía que ahora ese sitio se llamaba Bar Cristina y que hacían unos postres de platano y yuca, que a saber que cojones es (tampoco es que me importe un carajo), los fines de semana.
Pasada la sorpresa inicial, y sin nadie conocido en los alrededores, la duda de entrar o no. Mancillar los recuerdos o echar un último vistazo a pesar de estar todo cambiado.
Tampoco lo he pensado mucho. Prefiero irme a otro de esos sitios que me encantan, y que a mi endocrino pondría los pelos de punta y los ojos inyectados en sangre, para seguir pensando en esos 40 metros cuadrados de bar, en lo ricas que estaban las cañas, las tapas que nos "mantenían" en pie, en la entrevista a Carlos Jiménez después de bajarnos un barril entre tres, del día que lo abrimos despues de salir de un examen a los diez minutos y lo cerramos a eso de las cuatro de la mañana, de los múltiples cumpleaños, del día que acabamos el ron, nos pusieron ginebra y no nos enteramos, de tantas y tantas noches... Allí se forjaron algunos perros de la noche, allí hemos reido, hemos llorado, unos descubrieron el amor, otros ayudaron a encontrarlo, convertimos la felicidad ajena en alegría propia, y viceversa.
Ahora que no sólo hay lluvia en la calle, sino tambien en mi cara, y aumentan las ganas de degustar ese pacharancito especial, el reservado para los amigos, después de ese cafe con Baileys que sólo tenía sabor del bueno, del rico allí.
Ahora que sólo hay una canción sonando en mis pensamientos, la misma que no encuentro la letra en Internet. Esa misma, la que se repetía diez o quince veces, antes de irnos, borrachos como cubas, con nuestra música a otra parte, a seguir con las copas y las cañas en otro sitio.
Porque copas y cañas siempre hay. En un lugar o en otro, cerveza, ron, limon y hielos hay en cualquier sitio. Al Magariños lo hace especial la magia que desprenden sus paredes, el parquet... A Moretas le ocurría lo mismo. Los próximos cubatas irán a su salud, que cojones.
P.S. Kano. Buscando la puta letra de la canción he encontrado tres comentarios tuyos diciendome que no escribo. Prometo hacerlo más a partir de ahora, o te pagaré tres copas en las próximas CLN que nos veamos.
Una canción: Esa, la de a la puta calle, que queremos cerrar, a la calle, a la puta calle, a seguirla fuera, cojones ya.
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