O sea, viajando hasta el centro de mi ombligo. Desde la nave espacial de la punta de mi dedo indice de la mano derecha, busco un sitio para aterrizar-alunizar-aombligar y explorar tranquilamente esa parte de mi anatomia.
Encuentro un pequeño pliegue recuebierto por una pelusilla y tras retirarla me dedico a la preciosa contemplación de mi barriga. Antonia está reluciente y feliz así acariciada poco a poco.
Que dulce tranquilidad.
Como no puede ser de otro modo la tranquilidad es rota por naves enemigas: curro, familia, problemas... la nave despega hasta otros momentos
Viendo: Las Aventuras de Sherlock Holmes
Escuchando: 21 Gramos (Revolver)
Para saber más: Baz Luhrmann
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