Decía un profesor de la Uni, que había que escribir todos los días, al menos diez líneas. Ejercitar las letras, recordarlas donde estabas, y recordar donde estaban ellas. Esa es una costumbre que he mantenido casi todos los días.
Ayer por primera vez repetí lo escrito. Punto por punto. Palabra por palabra.
No tenía nada que decir y nada que escuchar.
¡Hola papel!
¡Adios papel!
¿Para qué mas?
Una canción: Lápiz y Tinta (El Ultimo de la fila)
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