Hay lugares que rebosan paz, que trasmiten a quienes están allí tranquilidad, sosiego, calma; y que además devuelven la alegría de vivir que cantaban La Barbería del Sur. Para mí, uno de esos lugares es el Magata. No importa lo deprimido, triste o incómodo que me encuentre, ya que siempre tengo una sonrisa en la boca cuando me marcho de allí. Quizá sea por ver a viejos conocidos, Mariano, Angel, Nacho, o por saludar a gente que se que conozco pero de la que desconozco hasta el nombre, y con los que dejo correr el tiempo como si fuesen amigos de toda la vida. Quizá sea por las palmeras de chocolate que vende Geni en la Cantina, o simplemente porque entre sus paredes corre un virus de demencia.
Puchuchu y Moñoña, es algo parecido al Magata. No son lugares, ni siquiera personas, aunque deriven de alguna. Son palabras fetiche, palabras talisman. Palabras que sin venir a cuento borran de un plumazo lo malo, para dibujar una sonrisa en la boca. No son ni buenas ni malas. Son todo y son nada. Dicen pero tambien callan.
Una canción: La alegria de vivir (La Barbería del Sur)
Un libro: La Reina de la Oscuridad (Tracy Hickman - Margaret Weiss. Crónicas de la Dragonlance Volumen 3)
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