Despues de irme de compras, tarea que como todos saben es agotadora más que nada por el volumen y peso de los tres libros y las tres revistas, decidi aprovechar y pasarme por Sol para tomarme unas deliciosas patatas en el McDonalds.
Ahí comenzaron las dificultades. Una manifestación me cerraba el paso entre mi anhelada merienda y yo. Comence a sortear como pude a los manifestantes que pedían la retirada de las tropas españolas de Irak, y me dirigí al feudo de Ronald McDonald. Tras un par de minutos de indecisión y de soportar la cola por fín pude pedir mis patatas deluxe y mi coke light.
Lo mejor fue que tras ese horrendo traje de hamburguesera y esa gorra se encontraban unos preciosos ojos marrones y una sonrisa cansada que no tarde en reconocer.
Una de las antiguas chicas con las que chateaba hace tiempo y que habíamos perdido el contacto. La casualidad nos puso con una coke light y unas patatas deluxe en medio en el camino del reencuentro.
Hoy he recibido un mail suyo hablando de eso, de la casualidad, del destino, y de lo ricas que estaban las patatas a las que me invitó.
Cuando dos caminos se separan nunca sabes en que esquina se volveran a reencontrar.
Una canción: Parando el tiempo (Beth)
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