Decía Arturo Perez Reverte en su columna de hace dos domingos, que el ser humano, en especial los nacidos en este bendito país, tenía una asombrosa capacidad para ser inocentes. "Cómo nos convencemos a nosotros mismos de que la mala suerte, el destino, etcétera, tuvieron la culpa. Al final siempre resultamos asquerosamente inocentes. De todo." El señor Reverte lo decía por un accidente de tráfico, en el que moría uno de sus lectores, pero como casi siempre, el autor de Alatriste da en el clavo. El artículo completo aqui.
En este país nunca tenemos la culpa de nada. Siempre son los demas. Ocurra lo que ocurra, siempre hay un factor externo a quien echarle la culpa: destino, un coche que se cruza, un extranjero... siempre hay alguien, porque YO, o tú o él, en nuestra infinita sabiduria no podemos equivocarnos, ni fallar, ni hacer algo mal... eso, sólo lo pueden hacer otros.
Circunstancias similares ocurren cuando los demás hacen algo bien. Como esos ineptos, incultos e inadaptados han podido hacerlo bien. Pura chorra, está claro. O eso es que se mete algo, o tiene que ocultarlo, pero en verdad ese, no es trigo limpio que lo sé de buena tinta...
Hay que joderse, que mala es la envidia.
Una canción: Envidia (Ana Belen y Valderrama)
He visto: Rey Arturo, y Guerreros del Cielo y de la Tierra
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