No sé por qué, pero este verano es el más triste de los que recuerdo. Cada verano siempre ha tenido algo, desde que yo tengo uso (o desuso) de razón. En el 80, fui a Torrevieja, en el 81 a Benidorm, el 82 fue el año de Naranjito, en el 83 el del cambio de la guarderia al cole y el verano de Chanquete (creo), el 84 fueron mis primeros juegos olímpicos con uso de razón, con la plata en baloncesto, el negro que corría mucho...
Para la segunda mitad de los 80 incorporaba nuevas cosas, los dibujos de los gnomos, el gran heroe americano, el equipo A, el coche fantástico, el halcón callejero... la música, ese Georgie Dann de moda, con lo que quería el negro. Los comienzos de Hombres G, Duncan Dhu, la piscina del cole.... Los mundiales de México, los juegos de Seul, los de la tele en color, el video...
Para el 90, a punto de entrar en la adolescencia, los vigilantes de la playa, Roxette, Modestia Aparte, los buenos discos de El Último de la Fila, el primer verano jugando al rol...
La segunda mitad de los 90 trajo los veranos universitarios, las asignaturas suspendidas, las prácticas como becario, las tardes en el parque primero, y luego en el cole...
El 2000 traía el fin del mundo, un 8 de agosto que la MIR caería sobre Paris, y ni la MIR ni el efecto 2K llegaron, por suerte, porque por fin conseguí el ordenador, ocmo para que me lo jodieran los yankis por olvidarse poner dos cikfras. En el 2001 fue el verano sin vacaciones, currando como un negro haciendo catálogos, el del 2002 fue el de los viajes en Renfe, el de las primeras CLN, el del amor; y el año pasado fue el de la tranquilidad, el de las tardes en el cole sin problemas y sin preocupaciones.
Y este, de momento no tiene nada. Ni tardes en el cole, ni canción, ni peli, ni nada que le de un punto diferente. Es un verano que casi es una obsesión.
Una canción: Summer of 69 (Bryan Adams)
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