Posiblemente, no haya nada con más valor que la sonrisa de un niño. Estos días que paso poco por casa, y que el virus del baloncesto vuelve a recorrer mis venas, y pronto con los JJOO más, el viernes en el Torneo de Vistaalegre pude ver una de las más bonitas sonrisas de niño.
Siempre he dicho que la mayoría de los deportistas, extraigamos de esta denominación a futbolistas y toreros, son gente muy sensibilizada con los demás y que en cuanto pueden hacen feliz a los que les rodean, en cierto modo a eso se dedican.
Es costumbre en los partidos internacionales, y en muchas competiciones profesionales, el regalarse algo antes de los partidos. Un pin, un banderin, alguna pijadita sin valor para los propios jugadores, que al fin y al cabo a los diez partidos ya saben como funciona el tema.
El viernes en Vistaalegre antes del primer partido, Argentina - Lituania, al lado de donde estaba yo tirando fotos, se encontraban un chico en silla de ruedas y su padre. Hugo Sconochini, un jugador argentino, cuando terminó la presentación, cogió los regalos que le había dado un lituano, un banderín de los que daban ellos y se los entrego al niño junto con un balón. El niño que no se había enterado por que estaba despistado, cuando se giró y vio a este, y el balón, sólo pudo sonreir. La más bella gasolina para corazones cansados.
Este es Hugo Sconochini.
Una canción: La sonrisa de tu boca (Revolver)
He visto: Spartan
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