Cuando uno es pequeño y empieza a hacer deporte, uno siempre piensa en meter el tiro definitivo sobre la bocina, o meter el gol en el último segundo o parar un penalty. Todos han soñado alguna vez con ese momento. Incluso viviendolo. Tres segundos, dos, uno, se levanta sobre la bocina... y adentro.
Incluso a cierta edad, uno sigue pensando que en algún momento puedes meter ese tiro, incluso a veces, te conformas con ver como lo mete alguno de tu equipo. El equipo, el grupo... Eso es lo importante al final.
Incluso a veces, uno se da cuenta de que lo suyo no es eso de meter canastas o goles, y anima a los suyos desde fuera, desde la grada. Y sufre, quizá más que si estuviese vestido de corto, y grita, y sigue soñando con ese tiro ganador. Y ve como pasan los partidos, las temporadas, y ese tiro nunca llega.
Y uno sigue pensando en que ganar no lo es todo, que lo importante es pasarlo bien, disfrutar, y que ese tiro a veces entra y a veces no. Y se sigue pensando que algún día ese tiro llegará, y mientras llega cualquier triunfo es bueno para celebrarlo, y muchas derrotas son buenas para celebrar. No importa perder, cuando uno lo da todo no está obligado a dar más.
Y uno piensa que cada temporada que llega es la buena. Que en esa podrás disfrutar de ese tiro, tres segundos, dos, uno... y dentro. Y la alegría se desbordará, porque ganar, ganar si ganar, es una palabra que tambien está en el diccionario del perdedor, del acostumbrado a ver como pasan las oportunidades por la puerta, y estas se escapan traidoras.
Y uno sigue pensando, que no está mal conformarse, que cumpliendo el mínimo objetivo ya está bien. Y sin embargo, cuando llega el momento uno vuelve a soñar con ese balón, con esos tres segundos, dos, uno... y el balón que entra, y se gana, y se celebra, y se disfruta de esa forma tan intensa como sólo los que no saben lo que es ganar, los que no estan acostumbrados a ganar, son capaces de hacerlo.
Y uno sabe cuando es el momento porque recibe el balón, mira el reloj y lo ve, tres segudos, dos segundos, uno... el balón vuela, y entra como tantas y tantas veces lo había soñado.
Pero esta vez es diferente. Esta vez es real.
Gracias
HOY ME SALE AZUL
Escuchando: Carmina Burana (Karl Orff)
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