miércoles, mayo 23, 2007

Bucci vuelve a ir de boda

Y en esta ocasión con alicientes nuevos. Para empecer lleve coche. Consecuencia: Alcohol cero. Asi que la boda se convertía en un lugar idóneo para observar. Segundo aliciente. Primer acto "social" con los del curro asi que para romper hielos no estaba mal. Eso de estar en un departamente aislado, y dos meses de baja no es muy buen para las relaciones.

Para empezar, viajecito hasta Coslada. Rayo Buccón se comportó como un señor y aguantando el viento, una pequeña tormenta y mis canticos como Winona Ryder en Reality Bites, me puso de casa a alcobendas en menos de media hora.

Llegada a Alcobendas, amenaza lluvia con leves gotitas cayendo del cielo y preparados para la boda.

Primera parada, un bar para tomar cafe. Allí, salutaciones varias con los compañeros/as de curro que se quedan admirados por mi imponente presencia física. Supongo que la fantástica mezcla de traje con zapatillas de deporte me daba cierto aire transgresor, más o menos como Emilio Aragón con su esmoqiun y sus converse.

Segunda parada, la Iglesia. Yo que soy un recien llegado al mundo del voleibol, tanto novio como novia están ligados a este deporte (y entre ellos, y con el banco), no conocía a nadie. Mientras, mis compañeros iban saludando de un lado a otro a mucha gente.

Tercera parada, la ceremonia. No me gustan las bodas. Me parecen demasiado largas y demasiado formales y ceremoniales. El curo, aqui se lo montó bien, salvo un par de detalles, una lectura hablando de la sumisión de la mujer (elegida por la novia que conste) y que la boda parecía un musical, hasta siete canciones a lo largo de la boda.

Más o menos era como estar en una peli de esas en las que en cualquier momento uno de los protas empieza a cantar, sólo faltaba la gente haciendo coreografías, saltando y haciendo piruetas por ahí, en plan El otro lado de la cama o High School Music.

Cuarta parada. Los novios casados ya, todos de excursión al convite. Me pierdo. Me encuentro. Me vuelvo a perder. Recuerdo que tengo un mapa. Lo sigo. Me pierdo. Las obras y las calles cortadas no aparecen en el mapa. Encuentro un coche con gente con traje. Lo sigo. Son de la boda. Bien. Llego al sitio. Encuentro aparcamiento a la primera. Bien por mí.

Ya en el restaurante. Primera parada, la barra (capital Pamplona) y hacerse colega de los camareros y que se queden con mi cara. Algo no muy difícil yendo sin afeitar y con la cara quemada del sol. Desde entonces, hasta el fin de la barra libre, nunca me faltó la Coca cola Light

Luego la comida. Me quitaron los mariscos y el pescado (con salsa de gambas) para ponerme dos fuentes de jamon, una de croquetas, una de empanadillas y una ensaladita con esparragos.

Cuando la pierna de cordero llegó, el iberico se había hecho fuerte y ya no quise nada. Bueno nada, nada... sólo más coca cola light aprovechando la barra libre, y viendo el espectáculo.

Ahí estaba el cura de la boda, bailando y arrimando cebolleta con las compañeras de equipo de la novía, y los camareros borrachos impidiendo que nadie estuviese sin copas.

Y a eso de la una, de vuelta a casa, con el Rayo Buccon, la música a todo trapo y a dormir.

Para saber más... Kienersrüti

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