Hace tiempo, mucho tiempo, en un patio de colegio no tan lejano, había muchos equipos entrenando. Había niños, cientos de ellos. Correteaban, caían, lloraban, celebraban, jugaban... Los más pequeños no tenían más remedio que esperar a que los más mayores se hartaran de usar el patio y les dejarán las migajas, siempre antes de que sus madres los llevarán de vuelta a casa para ver los dibujos con el animo cansado pero alegre, dispuesto a seguir correteando, jugando o disfrutando una o mil tardes más.
En ese patio han crecido miles de niños, más listos unos, mejores deportistas otros, y las voces de todos ellos resuenan por las tardes, cuando los focos se apagan y se supone que las canchas quedan en silencio. Entonces un ruido sordo, el bote de un balón, las mochilas contra el suelo, provoca que despierten todas las voces allí encerradas
Cuando yo era el que crecía, la noche significaba el final del entrenamiento y la llegada del cansancio, de la pesadez de piernas. Algo parecido a cuando llega el amanecer tras una noche de fiesta y la luz del sol nos echa encima las horas de baile.
Hoy, tenemos focos, luces artificiales, que como en el anuncio nos permiten crear nuestros propios días. Mientras entrenaba con mis niños, y les recordaba, una vez acabado el entrenamiento, que el domingo debutamos, que quedaremos dos horas antes, y que les digan a sus padres si nos pueden llevar... las luces nos han devuelto a las sombras, a saber que la figura más grande era Juanjo, y la más pequeña David, y entre ellos se podía escuchar, si prestabas atención las voces de muchos años antes. Otros niños, otras temporadas, con la misma ilusión, el mismo brillo en los ojos.
Y mientras nos marchabamos, las voces de los más pequeños se hacían con la cancha deseando que no llegará el abusón a echarles. Uno de esos pequeñas voces se ha ido hacía la puerta acompañando mis pasos, sería hora de marcharse a ver los dibujos, contándome que el domingo juega fuera, y que tiene que estar dos horas antes. Al verle en mis ojos he visto la misma ilusión, y el mismo brillo.
Una canción: En algún lugar (Duncan Dhu)
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